2017-04-20
Desde el momento de mi llegada a Barranquilla me encontraba ansiosa por ir a éste tan popular restaurante, eran aproximadamente las 2 de la tarde cuando llegué a este maravilloso lugar, el cuál es toda una explosión de colores, del alma viva y carnavalera que caracteriza a los barranquilleros. Desde la entrada es toda una experiencia, la cual no se pueden perder.
Recorrerlo es mirar al interior de un bus gigante, el cual representa la cultura, la verdadera identidad de la Arenosa entera, estando allí se respira, se vive y se goza a Barranquilla, realmente uno no sabe que mirar primero. Si la Barra Juniorista, a modo de la propia frutera, o el Expreso Cucayo, con torniquete a bordo. Definitivamente es un “enredo” visual maravilloso, cargado de los rasgos más autóctonos de Curramba en una explosión gastronómica vestida de fiesta eterna.
Al llegar te recibe la imagen en madera de un toro, con grandes cuernos, el cual es uno de los iconos más representativos del Carnaval de Barranquilla, éste hace parte de la tradicional danza del torito, que nació en 1878, por cuenta de un niño de 12 años llamado Elías Fontalvo Jiménez, quien decidió crear su propia comparsa con un grupo de amigos luego de que no lo dejaran participar en la danza del Toro Grande debido a su corta edad.
Cuenta la leyenda que en esta máscara del torito existe la fuerte presencia de un antiguo tótem tribal, donde el mito universal del toro (como virilidad, bravura, vitalidad y poderío) vino a simbolizar sus vertientes africana y mediterránea mediante un fenómeno sincrético tan envolvente y arrollador como es el Carnaval del Caribe, en este caso, por ejemplo, el Carnaval de Barranquilla.
Por supuesto que después de hacer una panorámica visual de este lugar, decidí sentarme en el área dónde está ubicado el bus, no podía perderme la oportunidad de comer dentro de una simulación perfecta de un bus ochenteros de grandes espejos, torniquetes y música picotera de esos que hace muchos años ya no se ven en la costa Caribe.
Una vez me senté, me abordó uno de los meseros vestido con jean azul y suéter colorido alusivo a la temática del lugar, unos eran amarillos, otros rojos y azules, una vez se me acercó me entregó la carta, la cual me dejó “boca abierta”, era una simulación perfecta del periódico tradicional de Barranquilla “El Heraldo”, se dice que ésta fue hecha basada en la idiosincrasia y en las costumbres gastronómicas locales, el menú es muy amplio y así como dice mi abuela: “se le llena a uno primero el ojo que la barriga”, la variedad de comida me tenía loca, realmente no sabía que escoger porque todo me gusta, en ese momento me dije: ¡no debí desayunar!. Tenía una confusión entre: chicharrón, arroz de lisa, arroz trifásico, el cayeye (plátano cocido con queso derretido), bollo de yuca, suero, picadas de carne, mariscos y por supuesto la tradicional butifarra de soledad y el infaltable ‘Cucayo’.
Me tomó unos 20 minutos escoger mi plato, mientras me decidía, pedí una espectacular limonada de coco, analicé al detalle, dicha carta, tanto que me detuve en una frase muy costeña que decía: “La vida es como el cucayo dura pero sabrosa”, después de leerla e imaginármela me antojé de un maravilloso pargo rojo frito, con arroz de coco, ensalada de aguacate, patacones y por supuesto después de leer esa frase no me podía faltar el cucayo, si señores, no podía almorzar sin mi parte favorita del arroz, el cucayo o pegao, se los recomiendo, su textura crujiente es maravillosa, para los que no saben que es el cucayo, pega, pegao, concolón o concón es la costra de arroz que queda adherida al caldero al terminar la preparación, éste suele ser producto de afortunados accidentes al cocinar el arroz y dejarlo al fuego cuando se seca, por lo que se dora gracias al aceite o manteca que usaste para cocerlo. Sin lugar a dudas es maravilloso y pienso que ni tú, ni nadie puede resistirse a tal manjar.
Una vez me trajeron mi plato y el de mi pequeño acompañante quien se decidió por un espectacular mote de queso; tendría que hacer una lista de las cosas que hace años no veía, literalmente fue transportarme a mi infancia y recordar cuando jugaba a los “chocoritos” con mis primas ; es decir esos juguetes minúsculos que se gastaban la infancia, ahora son los recipientes donde se sirven los aderezos y el tan apetecido “cucayo” del que les hablé.
Un carro-emula en cerámica y el edificio Miss Universo, partido en dos, como queriendo crear una versión de las Torres Gemelas barranquilleras, son el servilletero y salero/pimentero, respectivamente.
La música no se hace esperar, esta suena todo el tiempo y te transporta a los carnavales de Barranquilla, es alegre, festiva, durante todo el tiempo que estás allí no te aburres, puedes hablar, comer, bailar y tomar lo que quieras.
Este lugar, es un compendio de tradiciones culinarias, que se nutre día a día. Cuentan con más de 10 entradas, las más famosas son: Las canasticas de plátano verde, montadito de plátano maduro, matrimonio(bollo con queso), queso frito, chicharrón, huevas de pescado, entre otros. Así mismo puedes encontrar las espectaculares bandejas carnavaleras, entre éstas se destaca la bandeja e´ finca. Pa´ el guayabo puedes encontrar: Sancocho de gallina criolla, sancocho de costilla , sancocho de bocachico, sopa de mondongo, mote de queso, sopa de guandú y cazuela de mariscos.
Pero si aún quieres más comida rica para disfrutar sólo o en familia te recomiendo pedir un : arroz de lisa, arroz trifásico, arroz e´ chipichipi o un delicioso arroz de camarón; si quieres comer pescados puedes encontrar una rica: mojarra frita, pargo frito, bocachico en cabrito, róbalo al ajillo o simplemente un róbalo a la plancha y de ñapa puedes pedir una ollita de cucayo, bollo e´ yuca, de mazorca o el tan inolvidable plátano pícaro.
Dónde queda?
En la Carrera 49C # 76 - 224, en Barranquilla.
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Aura Amador López.
Organización Hotelera Dorado Plaza